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GNU solidario, gran canaria, maltrato animal, perros de guardia, rompiendo cadenas, rompiendocadenas
Después de diez días encuentro un rato para escribir sobre el sufrimiento de miles de perritos “guardianes” en las fincas rurales de Canarias. Constato que el infierno no está en las profundidades, sino en la superficie, tras las bucólicas imágenes de las medianías de Gran Canaria.
Encontramos a Tolstói y Malatesta encadenados en condiciones deplorables dentro de un terreno agrícola. Sus miradas hablan. Malatesta es el perrito más joven y no creo que pase de los tres años. Al vernos, tiembla mientras levanta una patita. Quizás para ganar nuestro cariño, quizás como un ruego desesperado para no ser lastimado.

Tolstói -el perrito mayor- está roto. Roto física y emocionalmente. Sus ojitos, apagados. Su cara es el reflejo de absoluta desolación, resultado de una vida de esclavitud y maltrato. Está roto y se está dejando morir, porque poco sentido encuentra en seguir viviendo este infierno. Su maxilar inferior está deformado por una fractura mal soldada. En un borde de su mandíbula presenta una lesión neoplásica. Su abdomen distendido acumula líquido por una insuficiencia cardiaca y su rabito está amputado. Vivir 10 años en soledad, amarrado a un árbol, tirando de una cadena de más de 15 kilos que limita su movimiento a un radio inferior a dos metros, entre el lodo y sus propios excrementos deja huellas imborrables.

Son años que venimos denunciando la condiciones en que miles de animalitos malviven en las fincas rurales de Canarias. Muchos son de cazadores. Muchos otros son “cuidadores” de fincas.
En GNU Solidario tenemos el programa #RompiendoCadenas con el fin de liberar a todo animal víctima de la opresión del ser humano. Y eso hemos hecho: Hemos rescatado a Tolstói y a Malatesta de ese infierno y ahora esperan adopción responsable que les permita vivir en familia con sobredosis de amor.

Malatesta está feliz. Corretea y salta en su casa de acogida, esperando adopción responsable. Es un amor de perrete, súper sociable y cariñoso.


Tolstói ya es otra persona. Sus ojitos han recuperado el brillo y me recibe moviendo lo que le queda de su rabo. Probablemente el paseo que dimos hacia su liberación haya sido el primero en muchos años. Pasó por su primera visita veterinaria, le dimos un baño y ahora disfruta cada minuto de vida en acogida. Tanto ha cambiado, que ahora ni me deja escribir este artículo y sólo quiere mimos… en fin.. el artículo puede esperar 🙂
Tolstói no derrocha salud, pero es libre y feliz. Nos encargaremos que siga así el resto de su vida. Al final del día, no es tanto cuánto sino cómo vivimos.

Gandhi decía que la grandeza y progreso moral de una nación puede ser juzgado por la manera que tratan a sus animales. Basándonos en esto, la sociedad española y canaria tiene mucho por evolucionar. Monarcas y políticos fomentan la caza y la monstruosidad de la tauromaquia. El abuso, la humillación y agonía de seres inocentes es retransmitido en directo por la televisión pública. Alcaldes, en nombre de la tradición, pisotean la dignidad de seres sintientes para divertir y ganarse los votos de un pueblo embrutecido. Millones de animalitos de granja son esclavizados y enviados al matadero, con el nefasto impacto al medioambiente y salud pública que esto significa. La correlación entre maltrato animal y violencia machista está ampliamente documentada en la literatura científica. Mucho pedir para un Estado y clase política negacionista anclada en el medievo.
Alguien podría pensar después de leer el párrafo anterior que el sufrimiento de los toritos o animales de granja no se compara con la vida de un animal que “cuida” una finca. No caigamos en esa falacia. Las matemáticas nos dicen que infinito menos infinito sigue siendo infinito. El sufrimiento y la soledad de los animalitos de finca es infinito e intolerable. Invito a cualquiera a ponerse una cadena de 15 kilos y vivir entre sus excrementos por un par de días. Si quieres cuidar tu finca, ponte una alarma que será mucho más eficaz. La ley de “bienestar animal” actual deja mucho que desear y el maltrato animal sigue quedando impune en España. Trabajemos para erradicar la maldita costumbre de usar animalitos como sistemas de protección o defensa de terrenos.
Aprovecho para agradecer a los amigos y amigas de Perros sin Fronteras su apoyo incondicional y difusión del caso. Sabemos la presión que tienen las protectoras y asociaciones animalistas, lo que aumenta aún más nuestro sentimiento de gratitud. Seguiremos rompiendo cadenas.


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