El ser humano no sólo es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, sino el mismo tonto que cambia la hora dos veces al año. Llega el último domingo de marzo y con él la imposición de los gobiernos a sus ciudadanos a cambiar la hora en sus vidas.
Más allá del latazo que nos supone a los que todavía tenemos relojes analógicos en nuestras paredes, el cambio horario esconde un problema mucho más serio y que atenta directamente a nuestra salud.
La realidad es que el horario de verano (DST – Daylight Saving Time) se generó en Alemania en 1916 durante la primera guerra mundial, con el fin de ahorrar combustible de los generadores de gasoil si “anochecía” más tarde. Objetivos puramente económicos que nada tienen que ver con la salud pública.
El ritmo circadiano o nuestro reloj biológico involucra complejos procesos fisiológicos con la modulación de muchas hormonas a distintas horas del día y noche. El cortisol, hormona de crecimiento, melatonina, insulina o ghrelina están relacionadas con estos relojes endógenos y a los patrones de sueño-vigilia. Nuestro sistema inmunitario, el metabolismo de la glucosa o el tránsito intestinal dependen del ritmo circadiano para un buen funcionamiento.
El alterar artificialmente el ritmo circadiano tiene efectos negativos en nuestra salud que han sido ampliamente estudiados y soportados por evidencia científica que no deben ser tomados a la ligera. Los efectos de la imposición del cambio horario no implica “estar un poco adormilado” o de mal humor los primeros días, sino que están detrás de un aumento del 25% en infartos de miocardio el siguiente lunes.
Aprendamos de quienes viven sin reloj. Los que tenemos la suerte de vivir en área rural nos despertamos con el cantar de los pajaritos. Ellos no tienen reloj, pero nos despiertan al alba, minutos antes de la salida del sol. Son sabios. Lo mismo para acostarnos, minimicemos el uso de la luz artificial y cuando el sol se pone, es un buen momento para ir terminando el día.

En mi caso, he decidido dejar los relojes de pared sin el impuesto cambio horario. La computadora le dejo el Tiempo Universal Coordinado (UTC). Siempre puedes referir la hora en formato UTC a tus conocidos o citas.
Como casi siempre, contra el cortoplacismo pernicioso impuesto por intereses económicos, desobedecer es el mejor remedio para preservar tu salud.

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